Frido ter Beek escucha a Juani Méndez
El saxofonista holandés escribe sobre "Otra parte del todo".
Polo Martí
Frutos
Ediciones Del Uru
2015
Por Jorge Marziali*
Leopoldo “Polo” Martí es un músico inmenso, que desde los silencios que elige para vivir sostiene una estructura militantemente caprichosa en beneficio de la música de raíz criolla. Es muy difícil hacerlo visible, pues todo su trabajo -que es mucho- ha crecido montado en la sencillez y perfil bajo. Yupanqui aconsejaba a los artistas ponerse “atrás” de la obra para que esta emerja limpia y disfrute (o sufra) de cada una de las consideraciones. Si el lector lo permite, digámoslo así: Martí no está en los mundos de lo que llaman folklore…, “e pur si muove”.
En realidad sí está; en Mendoza. Hace años que da clases de música; creó la carrera de música popular en la Universidad de Cuyo y difundió las mejores obras por la FM de esa casa durante años. Ha hecho brillantes arreglos para orquesta y los ha puesto en escena con diferentes agrupaciones. De jovencito recorrió medio mundo dirigiendo la agrupación “Maíz” y acompañando al gran Aníbal Sampayo.
Ahora acaba de editar Frutos, el primer disco donde muestra parte de sus melodías hechas canción con la palabra de diferentes poetas y letristas. Ya había editado hermosos trabajos con el dúo que integra con Beatriz Plana (flauta). Pero estos frutos lo han obligado a mostrarse como compositor. Y es allí donde uno descubre el inspirado trabajo que ha venido haciendo por años. Canciones antiguas que ya le cantaba Walter Heinze (entrerriano también) y flamantes como las construidas con Marcelino Azaguate o alguna milonga con palabras de quien esto escribe.
Los discos siempre tienen, para el escuchador, obras preferidas. El nivel de Martí es alto, así es que no es sencillo. Pero En vez de Zeta, Bayeta, con versos de Reynaldo Ros asoma de inmediato como querible, maduramente infantil y por ende, para siempre. (“Vuela que vuela Martín Pescador/vino del río y aquí se posó/pues la mojarra que el quiere pescar/dice que en esta manita está”). Y en lo estrictamente instrumental, el vals de corte venezolano Entre selvas y llanos, gana la punta en la carrera del sentir y nos regresa a esos paisajes bolivarianos con una inspiración de la estatura de un Antonio Lauro.
Hay en Frutos huayno, cueca, canción, vidala, vals y canción del litoral, ésta con la correspondiente personalidad que dan la distancia y el río. Y aunque en todo el trabajo puede oírse la maestría de Martí, es importante destacar el “Homenaje a AnibalSampayo” donde dos de sus más encumbradas obras se recuestan en quena, ocarina, flauta, violín, charango y guitarra, armando un clima sonoro que trasciende el litoral argentino para volverse americano del sur.
En síntesis, Frutos es una muestra de buen gusto y conocimiento de los rudimentos de la música criolla, en tiempos en que pareciera que el “vale todo” ha inundado amplios espacios de la producción cultural, seguramente para acompañar la descomposición de los procesos democráticos a manos de tipos que “no conocen ni a su padre cuando pierden el control”, al decir de un catalán.
*Poeta, cantautor y periodista, Jorge Marziali es un nombre relevante de la música popular argentina de las últimas décadas. Trabajó como redactor del diario Clarín. En 1983 editó su primer disco, Como un gran viento que sopla, donde hay temas que se convertirán en clásicos, como Este Manuel que yo canto y Coplas de la libertad (sobre versos de Daniel Giribaldi). A partir de allí, se instaló una presencia que ofrecerá mucho entre canciones y recitales, que lo ubican como uno de los referentes. En 2010, publicó su primer libro de poemas, El amor en otro sitio, al que les siguió Elogio del estar despierto.
El saxofonista holandés escribe sobre "Otra parte del todo".
"Malinalli", se llama el disco en cuestión. Y dice que es hermoso.