Atahualpa Yupanqui, el Redactor

Por fracanapa.com | 23 de mayo de 2017 |

1973. En entrevistas concedidas a medios españoles, Atahualpa Yupanqui, con la soltura que lo caracterizó, opinó sobre algunos colegas. Fue Jorge Cafrune, por entonces radicado en Españael primero que, afectado y con el puñal bajo la manga, le respondió a través de una carta que la Revista Gente publicó en la Argentina y en España.

Sus declaraciones pintan de cuerpo entero a un Yupanqui maduro; y a su modo de entender y categorizar el folklore. El autor de El payador perseguido, traza las distancias entre él y el resto, entendidas poco menos que como las distancias entre lo verdadero y lo artificial. No duda en distribuir las cargas: de un lado él y la tradición que por derecho encarna, y del otro la reproducción industrial de esa tradición. Queda claro que si las dos reflejan el mismo espíritu, no toleran el mismo nombre.

Reproducimos algunos fragmentos de declaraciones que Yupanqui hiciera a periodistas ibéricos, en las que desliza sus observaciones sobre estilos y actitudes de Cafrune y otros intérpretes de lo que, bajo el rótulo de folklore, circulaba por el mundo como posibilidad de bandera identitaria argentina. A continuación, la respuesta de Jorge Cafrune.

Periodista: – ¿Y qué pasa con Cafrune, Larralde, Cabral y otros?

Yupanqui: – Estos señores que usted me nombra y otros muchos, desde un punto de vista tradicional son totalmente inéditos. Andan pero todavía no han nacido como porta estantes de una tradición. Componen lo que en mi país ha dado en llamarse la “fauna radiotelefónica”. Yo estoy por asegurar que ninguno de ellos ha leído más de cincuenta libros. Y sin pensar, sin meditar, sin aprender no se puede cantar folklore. No obstante, es una forma de ganarse su pan que yo respeto.

“El Correo Gallego”. 29 de noviembre 1973

 

Periodista: – Jorge Cafrune es un “guitarrero” y Larralde un “cantaor”. ¿Cómo se definiría Atahualpa Yupanqui?

Yupanqui: -De ninguna de las dos maneras, porque ninguno de ellos significa nada para la cultura de mi país, que es lo más importante. Más importante que los nombres y los hombres.

Periodista: – ¿Entonces no los considera sus discípulos?

Yupanqui: – No es dureza, es justicia, porque antes de prepararse bien para ejercer una profesión se lanzaron a ganarse la vida. No están preparados para transmitir la cultura popular.

“La Gaceta Regional”, 30 de noviembre 1973

 

Yupanqui: – Me abochorna escuchar mis canciones interpretadas por cantores coquetos. Hay que sentir cuando se canta y no hacerlo por moda. Alberto Cortez interpretaba mis canciones por conveniencia y hasta cuando quiso. Jorge Cafrune lo hace también por conveniencia.

Periodista: – Una de sus canciones, Coplas del payador perseguido, ha sido difundida con éxito en España por Cafrune.

Yupanqui:– No son coplas, son sextinas… ¿Ve usted paisanito, la ignorancia de ciertos cantores? Siento mucha vergüenza cuando se incorpora al canto popular la cosa mercantil. Usan el sentimiento del pueblo.

Faro de Vigo, 28 de Noviembre 1973

Carta de respuesta de Jorge Cafrune – Revista Gente

Desde muy niño, allá en mis pagos norteños de Jujuy, sabíamos escuchar con mis padres canciones de un hombre que, sin lugar a dudas, sintetiza poética y musicalmente parte de Sudamérica.

Uno va creciendo, y a la vez la admiración por usted, Atahualpa, andador de camino y sabedor de gentes.

Llego en alguna oportunidad a dialogar con usted, aunque no en forma normal, como hace la gente, sino contestándole con la misma anormalidad con que fui interpelado en una reunión allá por el ’61.

Siempre empacado, con la gente, con la vida, en fin, con todo lo que lo rodea. Dotado naturalmente de una privilegiada memoria, todos sus desplantes suelen ser comentados, aunque la mayoría de las veces sean faltas de respeto. Pero como es Atahualpa Yupanqui, queda bien. Sabe que todo es promoción, hasta su estudiado misticismo; todo vale para que de usted hable la gente, no importa si mal o bien.

Esta acción la realiza durante muchos años, hasta que la gente, pese a respetarlo, un buen día se cansa y le niega el apoyo que como señera figura tendría que tener.

Luego viene el exilio. Se despide diciendo que se va porque aquí no tiene trabajo. Sigue abriendo huellas en el Viejo Mundo, los españoles jóvenes lo esperan como algo prohibitivo.

Y llega el Atahualpa místico y sabedor, y después de algunas presentaciones (en algunas exige smoking para escucharlo), donde no canta lo que los jóvenes esperaban aduciendo que algunas de sus composiciones eran “locuras de juventud”, se refugia en Francia, donde encuentra calce a sus frustradas ansias de gentleman de gran mundo.

Siempre tiene palabras elogiosas para con la juventud francesa, todo lo contrario a cuando se refiere a la gente joven de Sudamérica, en especial a la Argentina y peor si son poetas o guitarreros.

Raro proceso el del hombre que pareciera que el tiempo le molestara con la presencia de sangre nueva.

Sus ojos achinados, siempre están prestos a la malicia, como cuidándose de algo; su lengua hiere con sutileza de amargado o con la dureza que, resguardada en su nombre, puede hacer.

No satisfecho con todo lo que su verbo comadrero desparrama por lo ancho y largo del país y en todas las oportunidades que le es propicio, sigue su constructiva línea de concepciones negativas para sus coterráneos en Europa.

Me llegan de lejanas tierras y de diversos órganos periodísticos las menciones (poco acordes para la talla de poeta, pero si niveladas con la persona) que ha hecho en Europa.

Tengo la seguridad que lo que más le molesta es la presencia tanto de Larralde como la mía por esos lares. Y quiero aclarar que casi siempre en los recitales yo canto cosas suyas. Pero parece que por más que él se aferre, siempre la lengua lo traiciona.

Años antes, cuando él llevó a los Quilla Huasi, al presentarlos al público español lo hizo con palabras tan negativas y fuera de lugar en el Teatro María Guerrero, que más habría valido que no los hubiera llevado nunca.

Acompaño las fotocopias de lo que declara. Claro que uno debe respetar a los ancianos (pero mientras éstos respeten).

Es muy doloroso salir al encuentro de alguien tan importante y que pudiera ser tan valedero para nuestros jóvenes. Pero triunfa siempre sobre él esa constante fobia hacia lo joven, y en especial si es argentino.

Tengo la convicción de que esto que hago sintetiza el anhelo de muchas gentes que alguna vez han sido desmerecidas por este buen poeta. Y uno se cansa de pensar: “Tanto y tan bien que escribió del hombre y tanto odio que hay en él”.

Fuera de lo referente al hacer artístico, he sentido comentarios sobre su manera de tratar a las gentes; decía un conocido suyo que veraneaba en la Costa del Sol, en no qué palacete, que nunca había visto tratar a un camarero tan mal como lo había hecho este señor Atahualpa, que tantos derechos cobra por hablar del hombre.

Es de público conocimiento que aquí, en un reportaje, declaró que don Eduardo Falú nada había aportado al hacer de nuestro cancionero. ¡¡Qué cara!!… Claro que en el número siguiente negó diciendo que “….ojalá, hubiera muchas guitarras como la de Falú”. La promoción estaba hecha.

Pienso yo que usted, tendría que tener menos veleidad y pensar que aunque no existen gentes que puedan igualarlo, tanto en el hacer de poeta como en el musical (cosa de la que tiene plena convicción), hay gente que estudia, que lee y que también sabe.

Como no tenemos suficiente mala impresión con todos los problemas que nos toca vivir como nación, usted le arrima como cosa positiva hablar mal de sus paisanos. Usted cree que la gente se traga todo lo usted dice, pero tenga la certeza de que la gente sabe bien que sus mentados 25 años de estudio a que hace mención los hizo como yo, andando, pero con la diferencia de que no dañé a nadie; en cambio usted dejó la estela, están los jujeños de testigos. Su tremendo cariño y añoranza hacia el pago se le agudizan en los meses de julio y diciembre, cuando liquida SADAIC. Que es el paisaje que usted más echa de menos.

Yo le pido en lo que a mí respecta, si tanto le molesta que yo cante sus cosas y haya tenido desde mi primer LP (que ya son 27) una continuada y respetuosa presencia de su cancionero, me pase los derechos de autor que usted cobró por mis grabaciones, que supongo que también le molestarán.

Alguna vez estuvimos conversando en su Cerro Colorado, pero parece que no fue suficiente. En fin, yo no quería tomar esta determinación de salirle al paso, pero… ¿Sabe una cosa? Me molesta mucho que usted lo haga como su costumbre de atrás y en tierras lejanas.

Le aclaro que ésta trataré de que se publique aquí y allá y quiero que sepa además, que se terminó el trato respetuoso que siempre he tenido para con usted.

Y sigo pensando que en este su importante tiempo de ancianidad, en vez de andar desparramando negaciones que no están a su altura artística, pero si personal, usted se dedicara a tratar, con elementos positivos a la argentina. Que no seremos como los franceses, pero tenemos nuestro valor.

Sepa que, lejos de hacerme daño, usted me da más importancia.

Lo invito, venga y ande su país, que usted sigue siendo importante: pero sáquese ese resabio tan característico de la gente que busca desquite… ¿De qué? ¿De quién?

Venga amigo, que ni aquí, ni allá, nadie le piensa quitar su sitio ni su importancia. Y recuerde usted que es poeta: A naides tenga envidia…

Jorge Cafrune

 

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