1964 – Llegan Los Fronterizos
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Fracanapa publica, año por año, capítulos de Había que cantar. Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosquín. El libro fue encargado la Comisión de Folklore de Cosquín a los periodistas Santiago Giordano y Alejandro Mareco, en ocasión de los 50 años del Festival, en 2010.
A continuación la semblanza del primer festival, extraído de la cronología realizada por Santiago Giordano.
“Aquí Cosquín Capital del Folklore”, soltó el locutor, impostando la voz, apenas pasadas las 22 del 21 de enero de 1961. Sergio Smider hablaba desde uno de los tres micrófonos –el central, sostenido en la base con una rueda de automóvil– que tenía ese escenario aún sin nombre, que sólido y provisorio cortaba sin permiso la Ruta Nacional 38. En calle iluminada con faroles hechos con tachos de aceite, un público curioso adelantaba su aplauso expectante. Comenzaba el Primer Festival Nacional del Folklore de Cosquín y seguramente ni el público, ni Smider, ni ninguno de los integrantes de la Comisión Municipal de Turismo y Fomento, imaginaban que estaban asistiendo al nacimiento de lo que muy pronto sería uno de los encuentros populares más importantes de la Argentina y de América. Tampoco imaginaban que ese eslogan llamador, modelado sobre la sugerencia que el periodista Roberto Maidana –de origen coscoíno– le dio a los pioneros que lo visitaron en Buenos Aires en busca de ideas “para hacer un festival” –encabezados por Reynaldo Wisner y Santos Sarmiento–, sería de ahí en más su sigla indeleble.
En la locución, junto a Smider estuvieron Norma Landi y Víctor Stasyszyn. El Festival fue transmitido por LV2 de Córdoba y no se cobró entrada.
La “Capital del Folklore” comenzaba a cantar y la primera de las nueve noches programadas era la culminación de un largo día. Por entonces el Festival, como gran parte de las fiestas provincianas, se articulaba en una nutrida serie de actividades que se extendían también durante la jornada, entre las cuales se destacaba la “Gran peña folklórica en el escenario levantado frente a Plaza San Martín” –así la anunciaba el programa–. En aquella jornada, por ejemplo, el programa comenzó a las 10 de la mañana con la recepción de autoridades y continuó a las 11 con la concentración de las delegaciones provinciales en la Plaza Próspero Molina, entonces un espacio verde en el sector menos desarrollado del pueblo. A las 11.30 hubo un oficio religioso y a las 13 un almuerzo criollo, con la asistencia de autoridades civiles, eclesiásticas y militares. Por la tarde, a las 19, estaba prevista la actuación del Quinteto de Vientos de la Provincia de Córdoba y a las 21 la inauguración de la Exposición Industrial y Comercial. Después de la peña se proyectaría la película Libertad bajo palabra, de Alfredo Bettanin, con la presencia del director.
Este año llegaron delegaciones de doce provincias: Salta, Jujuy, La Rioja, Catamarca, Misiones, Corrientes, Santa Fe, Mendoza, Buenos Aires, La Pampa, San Juan y Córdoba. Entre los artistas “profesionales”. –entonces la distinción entre profesionales e integrantes de las delegaciones podía determinar el grado de “pureza folklórica”– estaban Los Chalchaleros, Eduardo Falú, Horacio Guarany, Rodolfo Ovejero, Los Hermanos Albarracín, Hilda Ruffo –más conocida como La Cuyanita–, los payadores uruguayos Aramis Orellano y Carlos López y el argentino Juan García. Estuvieron también Ismael Gómez y su ballet, Aldo Bessone y su Cruzada Nativista, Diana Ezeiza –hija de Gabino Ezeiza– y el poeta Jaime Dávalos.
La primera noche no hubo fuegos artificiales. Recién llegarían el segundo día, con una ristra de doce bombas, lanzadas por Laureano Moreno, que de ahí en más se convertiría en “el hombre de las bombas” del Festival. En la locución, junto a Smider estuvieron Norma Landi y Víctor Stasyszyn. El Festival fue transmitido por LV2 de Córdoba y no se cobró entrada.
El segundo domingo, después de la “Búsqueda del tesoro” matutina, el almuerzo criollo del mediodía y las actividades hípicas vespertinas, el Festival culminó con otra “Extraordinaria peña folklórica”. Después de nueve noches, el folklore había sido lo más atractivo. “Un verdadero suceso alcanzó este Festival de la danza y el canto nativo, a través de interpretaciones de los mejores cultores del folklore nacional”, decía el diario Córdoba.
Para el martes siguiente ya no había rastros del escenario de ladrillos y cemento y el intendente Ángel Bergese comunicó a Vialidad Nacional que la orden de desocupar la Ruta Nacional 38 –que había llegado nueve noches antes– había sido cumplida.
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